El cielo nunca se atrasa
written by: Eduardo Escalante
@eescalantegomez
dónde aprendió a verse con tantos rayos de luna deshabitada,
es posible que siga de esa manera, sin saber cómo alejarse,
quizás un incidente en un solo hoy entre tantos meses y años.
es posible que sea una piedra en el zapato que atenta
contra el dedo gordo del pie derecho o el frío del invierno
que agrede los dedos dejándolos congelados.
una vez más, el día está gris, pero no hay tormenta.
El clamor oscuro de la razón duerme, duerme.
El agua aún es espejo, hoy trae piedras de río con cara de dulce.
Si las prueba el cuerpo se desinfla, las agujas mueren.
sólo usted mueve la tristeza a la alegría,
la saca del agua de los lamentos, levanta su vestido lentamente.
Hay quien elige ropa vieja para vestirse como si fuera a un entierro,
coloca un error en el aire como un árbol que luce en la montaña,
no sabiendo que para nadie es un distante.
Sienta, el vacío muere cuando queda abarrotado
con miles de fragmentos de caricias. Lo genuino nace.
Atrás y delante de la ventana cada ojo se limpia a un tiempo
llevan tallado el paisaje de los demás,
un músico callejero puntea las cuerdas y nos regalonea.
Su factura, una naranja. Sabe lo que matan las palabras.
Es desde su médula que sale algo, algo. Oscuridad preñada.
dónde aprendió a verse con tantos rayos de luna deshabitada.
Que no haya réquiem para una verdad que empieza como la libélula,
que la seda que trae no tenga mirada ciega. Dejarla tocar la infinitud.
Bastará su Nombre, se limpiará el recuerdo escondido debajo de la cama.
La profecía del madero se cumple:
El cielo, cuando se lo espera, nunca llega atrasado.
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