Jugar Al Esconder
by José A. Gómez
Era un viernes como otro cualquiera en nuestro vecindario de nombre Bay-View; Bay-View era una pequeña urbanización en Cataño, Puerto Rico, que estaba compuesta de dos secciones, Bahía era la otra sección.La comunidad estaba compuesta de 170 casas mas o menos. Dentro del vecindario estaba el viejo cementerio de Cataño, fundado alrededor del siglo 19. El cementerio tipico de su tiempo, lleno de lapidas, estatuas de angeles, santos, cruces y mausoleos que databan de los años del 1800. La entrada del cementerio quedaba aproximadamente como unos cien metros de la puerta de mí casa y de otras casas mas cerca.
Mí hermano Renè y yó nos estabamos preparando para nuestra actívidad favorita de los viernes por la noché y esto era jugar al esconder con nuestros amigos, que eran muchos. Nosotros esperabamos hasta la media noché para jugar este juego. Como todos saben este juego consiste de uno que busca y los otros que se esconden. El que busca cuenta del uno al 50 mientras los demas buscan un sitio para esconderse. El primero encontrado por el que busca será el que buscará en el proxìmo juego. Cada juego termina cuando todos los que se buscan han sido encontrados. Todos los viernes nosotros acostumbrabamos invitar a jugar un nuevo amigo. Este nuevo amigo terminaba siendo el ultimo buscador de la madrugada.Él no tenia idea que tan pronto empezaba a contar todos nos ibamos a nuestras casas y lo dejabamos solo jugando, tratando de averiguar donde estabamos escondidos. Ya en nuestras camas soliamos escuchar la voz del buscador llamando nuestros nombres sin sospechar que el juego habia terminado. ¡Oh! Se me olvidaba lo mas importante del juego; el juego se llevaba acabo dentro del cementerio .
El cementerio era bastante tenebroso ya que no tenia luces. Las tumbas e imagines de las estuatuas y mausoleos reflejaban unas sombras escalofriantes en partes del cementerio. Esto le daba un toque funesto, que al pensarlo definiativamente le para los pelos al mas valiente. Cada uno de los muchachos tenia una tumba o mausoleo favorito donde se iban a esconder. Algunos inclusive se escondian en las tumbas recién escavadas para el proximo entierro. Esto suena como sacrilegio pero dado el hecho de que eramos adolescentes la gravedad de la situación no era de mala intención.
No voy a negarlo pero yo siempre tuve un poco de temor o miedo, de esconderme dentro del cementerio como los otros compañeros mios. Al otro lado del cementerio habia una siembra de platanos y era ahí donde yo solía esconderme, una vez empezaba el juego. Una noché en particular yo me encontraba escondido en el platanal cerca de la verja del cementerio. De momento veo una figura de un hombre que cruza frente a mi. El no pudo verme, pero yó lo vi a el clarito ya que habia luna llena. El hombre era alto como de sies pies y cuatro pulgadas. Trigueño y delgado, casi como un esqueleto. El tenia un pantalón negro y una camisa blanca y yó pude notar los huesos definidos en su ropa. Me sorprendio la agilidad de este hombre cuando brincó la verja del cementerio. Me levanté a mirar por encima de la verja y noté como este hombre brincaba de tumba en tumba como si este cementerio fúese su casa. Yó no reconocì a este hombre que aparéntemente estaba jugando con nosotros y de seguro digo que yó conocìa a todos los que estaban jugando esa noché, El corazon se me queria salir del pecho del susto que estaba pasando. De momento miro hacia el final del platanal, en donde este se separa de la Iglesia San Martin de Porres que quedaba al otro extremo del cementerio y veo al hombre que apenas habia brincado la verja del cementerio; que venia corriendo en la direcciòn donde yó me encontraba. Mí corazon que ya estaba a las millas de Belen, me hace ponerme de pies y no lo pensé dos veces, arranqué a correr como alma que se lleva el diablo. Habia una verja de alambre de puas; yó brincó y caigó al otro lado como una guanabana pero asì de rapido me levanté y observé que el hombre brinca la verja de puas como volando, sin ningun esfuerzo. Yó seguì corriendo hasta llegar a una calle de la comunidad. Lo perros ladraban mientras yó corria desesperado y quizas también a lo que me estaba persiguiendo. Al final de esta calle vi a mi hermano Renè. Estaba parado como si me estuviera esperando. Mi hermano mira y pregunta, “¿que te pasa?” Yo le conté sobre mi aventura y los pelos se le pararon.Y me dijo “Esto es una señal para que nos vayamos a nuestra casa. Con el corazon latiendo bastante rapido corrimos hasta que llegamos. Hablamos muy poco de lo occurido. Nos acostamos y nos dormimos bastante rapidos. ¿Quien podria pensar lo que la proxima semana nos trairia?
Definitívamente este mundo está lleno de misterios y este tan solo es uno de ellos.
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