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Maria Pujals

Maria Pujals

short story

by Jose A. Gomez

 

Voy a contarles una hístoria quizas llena de misterios para algunos y para otros, quizas no. Todo sucedió en Cataño, un pueblo lleno de diferentes clases sociales al otro lado de la Bahía de San Juan, donde tuve la dicha de vivir en los años de mí juventud, la edad cuando uno se cré invúlnerable; que puedes hacer y déshacer a tus anchas; la edad donde el ser humano es mas atrevido que en ninguna otra edad o etapa de su vida.

Soy natural de San Juan. Nací en la casa de mí abuela maternal en la Calle Sol. Mí abuela y mis tias eran dueñas de gran parte de los hóspedajes y casas de pupilos en el Viejo San Juan. Yo me crié en el casco pero por razones ajenas a mi volúntad terminé mudándome a Cataño. Como todavía no me había emancipado tenía que ir a donde mi madre me llévara. Al poco tiempo de esta residiendo en Cataño me consìderé hijo adóptivo de este pueblo, del cúal tantos bellos recuerdos tengo.

Al princípio vivía en la Calle del Tren. La nombraron asi porque en el 1883 la Linea Fèrrea del Oeste de Trocha Mètrica conectaba a Cataño con Bayamón, y el tren pasaba por esta calle. La calle estaba llena de casas de construción mixta, madera y cóncreto. Las casas eran muy hermosas y hacian ver la calle muy pintoresca como muchas calles en los pueblos de Puerto Rico; no creó pecar de presumido al decir esto.

Al año y medio, mas o menos, de estar viviendo en esta calle mí madre nos muda a la Urbanización Bahía de Cataño. Esta Urbanización tenía dos secciones que eran Bahía y Bay-view. Si subes de Cataño primero vas a encontrarte con Bahía. Mas adelante pasando el cemeterio Viejo de Cataño entras a Bay-view. Entre Bahía y el pueblo de Cataño había un sector de pescadores llamado, la Congré. En las madrugadas se podía observar a los pescadores preparándose para su día de trabajo. Se veían sacando sus cañas, las redes, las mantarayas y sus botes.Lúego coménzaban a montar las redes en los botes,entonces salian a la mar. Poco a poco iban soltando las redes y quedaban como en parábolas, para lúego en las tardes antes de anochécer, recogerlas con la esperanza de que estuvíesen llenas de peces.

Mí madre adminístraba trece casas de apartamentos en Bahía frente a la playa. Las casas estaban pintadas de blanco y eran de estilo palómar. Cuatro columnas sosténian al apartamento que quedaba en el segundo nivel. Todas las casas se parecian y estaban en una linea recta. Había una verja rectángular de cémento que separaba el complejo de casas, del resto de la urbanización. La playa del frente se conéctaba con la bahía de San Juan. Nosotros ocupabamos la casa número 6. Mí madre aparte de ser una mujer de negocios también era muy devota a su religión cristiana.

Por las nochés, mi hermano Renè y yo, solíamos reunirnos con nuestros amigos en una fuente de sodas que estaba localizada al princípio de Bay-view. Para nosotros este era un sitio especíal ya que escuchábamos música y siempre montábamos algún tipo de tertulía, de vez en cuando, entraba una muchcha  bonita y la  mayoría de las veces hacíamos el ridiculo. Frente a la fuente de soda había una gasolinera. A la mano izquierda de la fuente de soda un negocio llamado El Recodo Bar and Grill. El Recodo tenía billares y belloneras aparte de las comidas y bebidas. Nosotros cuando teníamos dos o tres dolares los gastábamos ahí. Al lado derecho de la fuente de sodas había una verja de concreto pintada en blanco y detrás de esta verja quedaba El Cemeterio Viejo de Cataño.

Recuerdo que a veces, tarde en la noché mi hermano Renè y yo caminábamos a nuestra casa pasando por las afueras del cemeterio ya que era el camino mas corto para nosotros. Una que otra vez oíamos quejidos que procedian del cemeterio. Siempre se nos paraban los pelos de la cabeza pero aun asi nos levantábamos a mirar por encima de la verja a ver si podíamos adivinar de cual tumba salía el quejido; ¿porquè? bueno, segun nos habian contado cuando se entierra a un difunto  a los dos o tres días se van escapando los gases fatuós, una vez que el cuerpo revienta dentro de la fosa, estos gases fatuós salen del ataúd por la tierra y al júntarse con el oxígeno afuera se tornan fósforescentes y toman alguna forma, o asi párece. De aquí sale la creéncia de que alguien escucha un quejido que proviene de una tumba y luego sale un fantasma. Esa persona definatívamente va a salir corríendo sin mirar hacía atrás creyendo que en realidad  ha visto un fantasma.

Los viernes por la noché todos los amigos nos reuníamos en la fuente de soda en Bay-view. allí charlábamos, cantábamos, hacíamos chistes y piropiábamos a las muchachas de la vecíndad cuando por allí pasaban; todo lo hacíamos para pasar un buen rato. A la media noché jugábamos al esconder dentro del cementerio ya que al día siguiente no teníamos que ir a la High o al trábajo. Cada jugador tenía varios sitios o tumbas donde se escondian para hacer la busqueda mas difícil. Mi hermano Renè segun el decía, siempre se escondía en el mausoleo de una joven llamada María Pujals que había muerto a los 17 años de edad. La razón de su muerte no estaba escrita en su tumba. No se como éxplicarlo pero mi hermano se estaba obsesiónando con esta joven dífunta que había muerto hacía tanto tiempo.

Un viernes de juego  traté de averiguar en que lugar en particular quedaba la tumba de María Pujals. Al llegar a ella encuentro a mi hermano acostado en la tumba. Me acerqué a el y le dijé “¿Renè què tu haces acostado ahì?; eso no es bueno y también es un sacrilegio”; el me dice “no te preocupes, esto tan solo es un juego”. Pasarón varías semanas y mi hermano definitívamente estaba obsesíonado porque siempre se pàsaba hablando de maría pujals. El decia María Pujals estó, María Pujals lo otro. Bueno, debo decir que yo estaba ya paniquiaò, traté de que dejara de hablar de ella pero mis esfuerzos fueron en vano. Él hablaba de ella como si estuvíera viva.

Una noché como a las once regresábamos a nuestra casa y mi hermano hablando de María, ya yó la tuteaba. Cuando llegamos al portón de la casa escuchamos como si alguien estaba caminando con chancletas en la casa número uno; nosotros viviamos en la casa número seis. Mi hermano Renè mira y dice “yó no veo a nadie mas sin embargo oigo el chancleteo”; yó le contesto y digó “yó tampoco veo a nadie pero también escucho el chancleteo”. Parecía como si el chancleteo estuvíera caminando en forma de círculo, en la primera planta de la casa número uno.  Mi hermano que estaba tan obsesionado me mira y dice “esa es María Pujals que vino a verme”, yo no podía creer lo que estaba oyendo y le digo “¡Renè no juegues, estas pasaó! esto es una cosa seria”. El entonces me dice “ya tu veras que tengo razón”; de momento sin encoméndarse a nadie grita como si estuvíera ordernando ¡María Pujals, venga aquí donde yo estoy!” De momento los chancleteos empézaron a caminar hacía donde nosotros estabamos a una velocídad bastante rapida, como si corriera. Renè y yo nos helamos y bríncamos hacía atrás; caimos pegados a la pared de la escalera de nuestra casa. No vimos a nadie pero frente a nuestras caras escúchamos a alguien respírando fuerte como si estuvíera fatigada por haber corrido. Yo no sabia que hacer y lo primero que se me vino a la cabeza fue mí madre ya que ella era mas fuerte que nosotros en las cosas espirituales, ella era una mujer religiosa y nosotros no. Yo grité fuertémente “¡mami por favor Baja!”. Mi hermano que también estaba asustado dice “¡María Pujals, vete! y repite ¡VETE!”. En esos momentos ella comenzó a correr hacía la casa número trece. Mí madre también bajó en esos momentos y se asombra al escuchar el chancleteo que si iba alejando hacía la casa número trece. Cuando mi hermano vío que nuestra madre había bajado su valentía creció cien por ciento. Él da un brinco al frente y vuelve a gritar como si estuvíera en una hystería o trance, “¡Maria Pujals, regresa a mi!”. De momento escuchamos que el chancleteo empezó a correr hacía nosotros. Mí madre levantó la mano derecha y con una cara muy seria, llena de seguridad dice “¡demonio, en el nombre de Dìos te reprendo; ponte detrás de mi Satanas!”.  Mí madre se puso de rodillas y comenzó a rezar. El chancleteo se fue alejando y desaparecio por completo y solo quedó silencio.

Yo  me sentí tan orgulloso de mí madre por la fortaleza que ella represéntaba. Para mi fue algo extraórdinario; me sentí privilegiado de haber pasado por una experiencia sobrenatural y haber aprendido hasta cierto punto. Renè y yó no volvimos jamas a jugar dentro del cementerio, pero el siempre se recordaba de la niña que había muerto a los 17 años de nombre, María Pujals.

Este es tan solo un mìsterio de los muchos que existen en este mundo.

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