Un Día Tan Remoto Que Se Acerca
written by: Marie Cadette Pierre-Louis
@LouisCadette
Érase un día, uno de los más remotos. ¡No!, me equivoco un poco. No fue tan remoto. Fue un día de invierno, uno de los más asombrosos del año 1883. El señor Nietzsche, el más conocido de los superhombres de la tierra, dio a luz al niño Zaratustra. El niño que pudiera ser hijo de Lou Andreas-Salomé, pero por falta o ausencia de esta, fue por desgracia un hijo monoparental, como el propio Cristo.
Desde su estado embrionario o cefalorraquídeo (lo que sea) fue educado a ser un superhombre. Al día que le tocó parir, el gran Nietzsche, aun gimiendo de dolor, se acordó de pronunciar estas grandes palabras: “Hijo de mis entrañas, ahora que naces, tienes la metralleta que matará al supuesto Dios, tu voz expandirá por todos los rincones de la tierra, todas las lenguas conocerán tu nombre, eres el superhombre, el anticristo, tus mensajes despertarán al pobre hombre y harás de la tierra tu dominio.”
Al pasar los años, Zaratustra fue creciendo en sabio y buen juicio y, un día, con sus 30 años le fue dado la profecía de ser el anticristo. La edad clave, edad en la que el supuesto Jesús Cristo empezó sus hazañas. Entonces, Zaratustra decidió empezar las suyas, tratando de anunciar el mensaje de su tan amado padre.
Caminó por las montañas, las mesetas, las llanuras, los desiertos. Atravesó los riachuelos, los ríos, los lagos, los valles. Anduvo por ahí, por acá, por allá, más allá del bien y del mal. Con su portavoz, y la mano temblando de fiebre, anunciaba el fin de los tiempos del Dios y de sus hombres medio-muertos. Esos enemigos de la vida, del placer y de la gaya ciencia, de la ciencia pura, la que no necesita ilustraciones, la que le fue enseñando su padre hasta su último día. Se acordó tanto de este último día, el día que, en el lecho de la muerte, el padre le dijo con la voz apagada “hijo mío no fíes tanto de estos libritos con dibujos, los que transforman la ciencia en ilustraciones.”
Por fin, con sus 50 años, en pleno año 1933, tras recorrer todos los rincones de la tierra, se dio cuenta de que los hombres, después de haber escuchado su Buena Nueva, en vez de transformarse en superhombres se habían transformado en anti-hombres. Le robaron las armaduras y la preciosa metralleta que le había dado su padre. Y con ellas, ellos empezaron a matar a aquellos que no han podido transformar en anti-hombres.
Mientras estaba pensando en el famoso cuento del viajero asombrado (preciso: el que le fue contado por el padre muerto), oyó los susurros del judío éste, murmurando que, ante la llegada del bien ilustrado anticristo, iba a refugiarse en una aldea del continente asiático. Y ahí Zaratustra empezó a pensar que hubiese nacido otro anticristo.
En su estado de buen aventurero, Zaratustra le aconsejó al judío a que fuese al Nuevo Mundo. Así los dos fueron ahí, el judío siguió con sus andanzas por el mundillo invisible de los pequeños átomos y Zaratustra siguió andando por el mundo de los perdidos.
Al poder por fin comprarse un nuevo I-Phone, decidió desobedecer a su padre y abandonó el ideal este del superhombre. Hoy en día, hay más de 100 cuentas de Instagram, más de 150 cuentas de YouTube y más de 50 cuentas de Twitter con el nombre de Zaratustra, todas llenas de dibujos e ilustraciones del niño Cristo y del viejo Zaratustra.
“¡Quizá sea el mismísimo Zaratustra!” comentó la famosa serpiente emplumada.
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